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El uso creciente del banco de alimentos: la creciente realidad del hambre en los países ricos

El hambre es ahora una plaga que afecta incluso a los países más ricos.





Cada vez más personas padecen hambre y dependen de la ayuda para alimentar a sus familias en los países más ricos del mundo.


El Reino Unido ofrece un ejemplo brillante, como ha documentado Human Rights Watch. Desde que comenzaron los recortes del gasto público en el bienestar de las familias más pobres en 2010, el uso de la mayor red de bancos de alimentos del país -que representa alrededor de dos tercios de la distribución de ayuda alimentaria- se ha multiplicado por 50, hasta alcanzar los 1,6 millones de paquetes de emergencia distribuidos este año. Los pequeños proveedores independientes de ayuda alimentaria han pasado de un puñado de países hace diez años a unos 850 en la actualidad.


Las escuelas, los jardines de infancia, los centros comunitarios, las organizaciones benéficas locales y los grupos religiosos han intervenido para llenar los vacíos resultantes de un decenio de recortes. Hoy en día, muchos proporcionan alimentos a las familias vulnerables, a menudo con padres que trabajan, incluso asegurando que los niños tengan una comida caliente al día durante las vacaciones escolares.


El Reino Unido no está solo. La red alemana Tafel de unos 940 mostradores de comida, inaugurada en 1993, ha proporcionado comida a 1,65 millones de personas este año. En los últimos diez años y medio se ha registrado un aumento constante de la demanda, con un número cada vez mayor de mujeres, niños y ancianos que necesitan ayuda alimentaria.


En Francia, la red de Restos du Coeur (Restaurantes del Corazón) distribuyó unos 130 millones de comidas en 2017-18 (el último año del que se tienen cifras) a través de su programa de ayuda alimentaria de emergencia. Un tercio de esta ayuda se ha dirigido a las familias monoparentales, y existe una creciente preocupación por los ancianos que siguen dependiendo de sus subsidios.


Los analistas que han estudiado cómo los bancos de alimentos se han convertido en una característica de la vida cotidiana durante decenios en los Estados Unidos y el Canadá han advertido que sin una estrategia clara para hacer frente al hambre y mejorar la seguridad social, la ayuda alimentaria de emergencia corre el riesgo de convertirse en permanente.

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