La falta de espacio o de instalaciones vitales dificulta a muchos el cumplimiento de las directrices sanitarias destinadas a combatir el coronavirus.
En casi medio millón de hogares americanos, lavarse las manos para prevenir el COVID-19 no es tan fácil como enjabonarse y cantar "Feliz Cumpleaños" dos veces mientras se frota.
En muchos de esos hogares, la gente ni siquiera puede abrir el grifo. No hay agua corriente.
En 470.000 hogares de los Estados Unidos -dispersos en todos los estados y en la mayoría de los condados- la fontanería inadecuada es un problema, el más grave de los que dificultan que las personas eviten la infección.
Esto según un análisis de Kaiser Health News basado en datos de la Oficina del Censo y el Consejo de Asistencia para la Vivienda de Washington, D.C. El análisis revela otras formas en que la vivienda inadecuada en los Estados Unidos pone a la gente en riesgo durante esta pandemia. Casi un millón de hogares dispersos en la mayoría de los condados no tienen cocinas completas, lo que aumenta el riesgo de hambre y la vulnerabilidad a las enfermedades, aunque se esperaba que las personas comieran todas sus comidas durante su estancia en casa. Y más de 4 millones de hogares están superpoblados, con más de una persona por habitación, haciendo casi imposible el aislamiento de los enfermos.
De hecho, unas 828.000 personas tienen que lidiar con más de uno de estos problemas de vivienda.
"Uno pensaría que esto sucedería en los países del Tercer Mundo", dijo Greg Carter, profesor asistente de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Indiana. "Pero está sucediendo aquí".
El trabajo de Carter lo lleva al Condado de Orange en el sur de Indiana, una comunidad de poco menos de 20.000 personas que ha tenido 113 casos confirmados de COVID-19 y 18 muertes. También es uno de los 322 condados de los Estados Unidos, con una tasa de tuberías inadecuadas que triplica por lo menos el promedio nacional de cuatro casas por cada 1.000 habitantes.
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